NOTAS

Miguel Valderrama / ¡Quousque tandem! sobre una imagen de pensamiento

por Ficción de La Razón

  • 15 de abril 2024
Compartimos el comentario de Miguel Valderrama al libro del Dr. Oscar Ariel Cabezas ¡Quousque tandem! La indignación que viene, (Ediciones Qual Quelle, Santiago de Chile, 2022). Presentación II Feria internacional del libro de Ciencias Sociales, Recoleta. Ambos académicos son proferores visitantes del Doctorado en Comunicación UFRO-UACh. Agradecemos a Ficción de la Razón.

Nada es más desesperante que tener algo que decir. La frase, proferida por un histérico, introduce la duda sobre el propio saber que se arriesga cada vez que se busca ocupar el lugar que garantiza un saber. La frase, en aquello que arriesga un decir, un saber decir, puede ser aprendida igualmente contra aquel proferimiento obsesivo, propio de las ciencias sociales, que afirma siempre tener algo que decir, que se sostiene sobre el reclamo de un decir que sabe siempre lo que dice, que sabe decir lo que sabe.

Esta contraposición entre un saber empeñado en decir lo que no sabe y un saber que se sostiene en un saber decir es una contraposición que puede señalarse como distintiva de un estado situación propio a un trabajo de normalización del presente. A cinco años del 18 de octubre de 2019 y del proceso constituyente a que dio lugar, la relación del decir con las revueltas que se desplegaron bajo la lógica de un non sequitur es la de la posición obsesiva. Las ciencias sociales se autorizan a partir de este decir, de un saber decir que se organiza sobre la certeza de que aquello que se describe en términos de “estallido social” o “revuelta popular” obedece a la lógica de una descripción organizada a partir de la propia producción y reproducción del orden social, de aquello que se enseña mecánicamente, es decir ordinariamente. Bajo este supuesto de normalidad comunicativa siempre se tiene algo que decir, siempre se tiene el deber de responder a la demanda de esclarecimiento que la política impone como la tarea más urgente del día, como la única tarea del día. Bajo este reclamo toda aproximación a los acontecimientos de octubre amenaza con hacer entrar esos acontecimientos en un orden de descripción del mundo constituido justamente por el principio de reproducción de ese mundo. La lengua de las ciencias sociales, en todo lo que en sus significados moviliza una lexis con la que se nombra un estado de cosas, es la del neoliberalismo, la de una lengua de la contrainsurgencia. Habituados a esa lengua, inadvertidos habitantes de una lengua que moviliza consignas a la manera de órdenes vociferadas por altavoces policiales, incluso quienes se identifican con la revuelta, incluso quienes pretenden velar su memoria, se apresuran en hacer entrar la revuelta en el orden del museo, en hacer un museo de la revuelta.

La cosa, sin duda, demanda atención. La cosa que se pone ante los ojos en la revuelta demanda otra lengua, otra lexis capaz de suspender la narratología con que se declara un estado de situación. Para empezar, esa otra lengua no puede ser del orden del juicio, no puede ser apocalíptica, pues lo que se despliega o enseña en la revuelta, lo que se arremolina o revuelve en la revuelta no tiene principio ni fin, no es del orden de un relato puntuado por un comienzo ni un final. Aprender ese otro modo de narrar lo acontecido en la revuelta demanda despojarse de la lengua del orden, del modo de contar el tiempo que es propio de toda lengua de orden. Y, por sobre todo, demanda recusar la pretensión obsesiva de tener algo que decir, de reclamar como propios y naturales los enlaces copulativos entre revuelta y constitución, entre revuelta y democracia representativa, por ejemplo.

Quizá, por esta razón, por la cosa que se enseña y oculta en la revuelta, el decir que se guarda y moviliza en ¡Quousque tandem!, de Oscar Ariel Cabezas, es el de un decir que arriesga un decir lo que no se sabe. Un decir que en su misma recursividad, en las figuras tropológicas, en los giros, en las vueltas y revueltas que lo constituye, en esa doble negación que parece serle propia, enseña una extrañeza que se manifiesta primeramente al oído, a la escucha. ¡Quousque tándem!, en efecto, anuncia una infamiliaridad, una singularidad, una impropiedad que se adelanta por medio de un extranjerismo, a través de una fórmula latina que tiene el peso de la tradición y de lo extemporáneo. Theodor Adorno, refiriéndose al uso de los extranjerismo, advertía que las personas ingenuas respecto a la lengua achacan lo extraño a las palabras extranjeras, a las que hacen sobre todo responsables de lo que no entienden. Se trata, continua Adorno, de defenderse contra las ideas, las cuales se atribuyen a las palabras. La colera por los extranjerismos se explica, así, en principio, por un estado de ánimo, por un resentimiento que es siempre un resentimiento en la lengua, un mal decir de la lengua, un mal estar en la lengua. De todo esto da cuenta, a su modo, la expresión ¡quousque tandem! Expresión que no solo da título al libro, sino que constituye el núcleo afectivo sobre el cual se erige la argumentación, la posición o estatua que se erige como figuración de un animus, de una psique, de un pueblo. Pues, si en la fórmula ¡Quousque tandem! es posible advertir la irá de Cicerón contra Lucio Sergio Catalina, político romano acusado de conspirar contra la República, también es posible reconocer en la expresión latina el título del libro que el escultor vasco Jorge Oteiza dedicara en 1963 a la “interpretación estética del alma vasca”. La estructura quebrada y múltiple del ensayo de Oteiza, la adición sucesiva de notas y anexos, se combina así con la inflamada acusación de Cicerón a Catalina. La ausencia de jerarquías, la multiplicidad de líneas de razonamiento, la ausencia de centro en la argumentación, coincide y se confunde con la requisitoria feroz, con la interpelación desafiante, con la indignada protesta. En vista de esta conjunción de títulos, cabezas y capitales, podría decirse que ¡quousque tandem! es la codificación de una imagen, de una imagen múltiple, rizomática, que viene a estamparse en una psique, o más propiamente en un alma: principio vital que da forma a la revuelta.

Si el análisis del título no es descaminado, si el juego de citas que se entrecruzan y superponen en el título organiza un principio posible de lectura, se diría que en el recurso del extranjerismo se juega la cristalización de una imagen, de una imagen que cifra y guarda la revuelta. En otras palabras, el alma de la revuelta, la psique que se arriesga en los días y meses convulsionados de la dignidad, es un conatus que no puede ser dicho sin desquiciar y quebrantar la propia lengua que pretende de modo obsesivo aprehenderla según un principio causal de explicación. No, la imagen que vela y devela ¡quousque tandem! es la de un decir que se arriesga en el decir de un no saber, de un no saber lo que se sabe en el no saber. La estructura quebrada del texto de Oteiza resuena aquí en esa otra lengua de la revuelta, que es una lengua de psique, de un animus incalculable, indecidible.

A propósito de este animus, a propósito de lo que cabría identificar como un esfuerzo por circunscribirlo, por retrazarlo, Cabezas toma nota del bestiario con que se figuró la revuelta, advirtiendo el fantasma y la fantasmática de “una animalidad política de la revuelta que no puede ser reducida a cenizas”, que no puede ser domesticada bajo una forma, una constitución, un orden de representación. Hay que confiar en esa animalidad espectral de la revuelta, se nos dice, hay que guardar fidelidad al fantasma de la dignidad hasta que este se haga cuerpo y afectos. Esta confianza, esta fianza, este régimen de creencia, es del orden de un no saber, de un saber de un no saber que se identifica con el mesianismo, con un animus, con una “encarnación radical”.

Si en esta presentación solo he asediado el título del libro de Cabezas, si no me he atrevido a atravesar esa imagen que se nos propone en forma caligráfica, en la infamiliaridad de lo impropio, es porque creo advertir en ese primer movimiento, en esa primera figura, el núcleo afectivo que resguarda un decir que siendo del otro es igualmente propio.


Nota original en: https://ficciondelarazon.org/2024/04/15/miguel-valderrama-quousque-tandem-sobre-una-imagen-de-pensamiento/