Documento sobre “Medios de comunicación, redes digitales y consumo de información política en Chile (2022)”. Un Estado del arte*.
El cúmulo de “plataformas tecnológicas” en comunicación resulta un inédito proceso que en el caso chileno se abrió por la vía de medios, no necesariamente hegemónicos, desde inicio de los años 2000’. Como bien sabemos, la relación entre estos últimos, abraza una nueva economía cultural basada en interacciones, flujos y sociabilidades de red que, quizá, abren una inédita fase de la biopolítica (geo-física y geo-biológica) y la necesidad de una nueva “epistemología de la comunicación” (medialidades del Tecnoceno y nuevo estatuto ontológico).
En el marco de la “gubernamentalidad alogarítmica”, la digitalización captura “nodos” de forma intangible, pero evitando el idealismo de las “tecnologías limpias” e inmateriales de California, -al estilo del modelo Silicon Valley- sustraídas a las infraestructuras y arqueologías materiales de los medios (“Maquinología” en el lenguaje de Friedrich Kittler). Cabe asumir que el individuo fragmentado (usuario en la cuestión del “transhumanismo digital”) se torna un nodo, con múltiples interacciones en escenarios difusos, líquidos, producto de la hibridación temporo-espacial en redes físico-virtuales; donde los alias/apodos (nicks) quedan superados por el teléfono móvil y la identidad virtual se vuelve más real y ubicua. Dada la construcción de la identidad digital, la persona (“usuario”) participa de una dinámica entre centrarse-descentrarse al conjugar su identidad individual personal con la identidad colectiva.
Bajo la relación tecnología–medios, el cambio aluvional se presenta en el mapa medial chileno ampliando las posibilidades comunicativas, y para algunos la democratización -revolución de Internet- ha consagrado una ascendente economía digital. Pero a la sazón se produce una fragmentación y segmentación de los contenidos de cada plataforma: la universalización de los ecosistemas digitales mantiene una connivencia con flujos de fragmentación social (“distopía alogarítmica”). Dado el carácter progresivo, de tales cambios vertiginosos impulsados por la revolución digital, resulta un lugar común encontrar audiencias fascinadas y perplejas. La relevancia de la digitalización, no sólo reside en un contexto de reorganización integral de contenidos y audiencias, sino en las formas de trabajo y de los nexos entre tecnología y subjetividad. El ritmo evolutivo en el paradigma de la comunicación con sus medios y campos, es un proceso irrevocable que otorga a las tecnologías un papel transformador, quizás una de las innovaciones más gravitacionales, permitiendo la multiplicación de las posibilidades comunicativas con flujos de datos hasta ahora inimaginables, agudizados por el fenómeno del “capitalismo de plataformas” (COVID-19). La autopista de la información podrá estar hiperpoblada hoy, pero eso no es nada en comparación con lo que veremos en la proyectualidad del “proyecto cibernético”. Tal irrupción del proceso digital en la sociedad y sus estadios, viene a señalar innegablemente, nuevas prácticas multimediales como una condición de época bajo los enjambres digitales. Los cometidos del presente estudio de la Universidad Central de Chile (mayo, 2022) resultan insumos de innegable interés que aportan mediciones, mutaciones y tendencias sobre confianza (WhatsApp, Facebook, YouTube, Twitter) y consumos por cohortes, dado el “aceleracionismo” de los cambios generacionales.
El estudio mencionado aporta contenidos situados sobre democracia y comunicación política, información, hiperconectividad, focalización de internet, y audiencias en el marco de la transformación del entorno mediático en Chile sobre el consumo de información política. Un tópico fundamental son las evoluciones sobre confianza en las redes sociales que ubica la avalancha digital consignando que bajo el estallido social en Chile (2019), el 80% de los encuestados usó a diario las redes sociales como método de información, con una evaluación más positiva que los medios tradicionales. El documento analiza evoluciones sobre confianza en las redes sociales y las relaciona con la ampliación de la teoría democrática -cuestión que es parte de un debate en desarrollo-. En la misma línea se encuentran los hallazgos entre la población joven de la Encuesta de Opinión Pública UDP-Feedback (2019), cuyo uso y confianza en redes sociales es muy superior al de los medios tradicionales. Sin duda “esta tarea, concluyen sus autores, requiere un mayor compromiso por parte de los usuarios, porque si bien la diversidad de voces es un elemento positivo ante el escenario actual, es un arma de doble filo debido a la escasa capacidad de control, la cual puede conducir también a la desinformación. Ante dificultad que implica escoger información confiable en cada red social, los usuarios probablemente también desarrollan habilidades y estrategias para mejor”
Por fin, si bien la Televisión, según la evidencia que arroja el estudio, ya no es la mezquita del “people meter”, como medio de comunicación, se entregan insumos donde no ha sido desplazada del todo por las nuevas plataformas mediales, cuestión concordante con el estudio del CNTV (2022) sobre consumo de matinales.
* Observatorio Política y Redes Sociales, Universidad Central de Chile (2022). Los autores del Documento son Carolina Cornejo y Felipe González. El trabajo adjunto se preparó en el marco del proyecto de colaboración “Max Planck Research Partner Group for the Study of Theo Ecónomo and he Pública”.